Nuestra actitud es una elección. La actitud no es lo que nos ocurre, si tenemos éxito o estamos tristes. Podemos estar frustrados y pensar “bueno, por lo menos soy consciente de ello” o “tengo una oportunidad para saber porque estoy así”. Si optamos por ser conscientes de lo que nos pasa en cada momento, tanto por dentro como por fuera empezaremos a olvidarnos de los pensamientos que nos impedían avanzar y viviremos poco a poco con mayor fluidez.
Vamos a desarrollar nuestras actitudes conscientes:
Aquí vamos a tratar las principales actitudes sobre las cuales podemos conseguir la práctica de la consciencia plena. Sin ellas no podremos lograr lo qué nos proponemos y vivir el momento presente. Pueden parecer independientes, pero no lo son. Se alimentan y cultivan unas de las otras ayudándose todas sin saberlo.
Aceptación:
Es una de las actitudes que más nos ayudan para poder practicar la atención plena. Significa percibir lo que vives y limitarte a reconocerlo, en lugar de juzgarlo como bueno o malo.
A veces al meditar nos asaltan pensamientos que nos sacan de la concentración una y otra vez. Si no aceptamos el hecho de que a nuestra mente le gusta pensar, nos frustraremos, nos enojaremos cada vez más con nosotros mismos, querremos centrarnos en la práctica y no podremos.
La solución está en reconocer y aceptar que los pensamientos son parte de la práctica de la presencia plena. Al reconocer el sentimiento, pensamiento o sensación, e ir a él la experiencia cambia. Necesitamos reconocer cada uno de las mismas sin cambiarlas para nada; aceptación pura y dura.
Otro de los aspectos de la aceptación es el de reconciliarnos con nuestra situación actual. Si no reconocemos donde estamos y lo que nos está pasando, no tendremos las condiciones necesarias para salir de ahí.
Paciencia:
Es un estado que podemos desarrollar y aprender a través de un esfuerzo constante. Todas las actitudes las podemos entrenar, es como ir a un gimnasio, pero en este caso de la mente.
Cuando estemos en una situación en la que empecemos a sentirnos impacientes, tenemos delante una oportunidad para adquirir consciencia de los pensamientos. Eso implica dejarte cautivar por los pensamientos que surjan y saber que nos dicen, prestar atención al momento.
“Cuando vayas conduciendo y veas un semáforo en ámbar, frena y detente en lugar de acelerar. Observa cómo te sientes. Repítelo varias veces y fíjate si cada vez te es más fácil o difícil ser paciente”
Cuando estés charlando con alguien, pasa más tiempo escuchando que hablando. Deja pasar tu impulso de explicar lo que tu mente piensa y presta atención a lo que te dicen. Escuchar puede suponer un tremendo esfuerzo y una excelente practica de paciencia.
Si por naturaleza eres bastante impaciente, la meditación consciente es perfecta para ti.
Mirar con ojos nuevos:
El maestro de Zen Suzuki Roshi dijo una vez; “En la mente de un principiante hay muchas posibilidades; en la mente de un experto, muy pocas” Tenemos que volver a nuestra infancia, a esa mirada de ver las cosas como si fuera la primera vez. Los niños no están llenos de ideas, conceptos, creencias o pensamientos sobre lo que está bien o está mal. Los niños no analizan nada intelectualmente, conectan con los datos sensoriales puros que entran en su mente y les encanta. Los bebes, sienten y en consecuencia actúan, esa consciencia plena es pura alegría para ellos.
Nosotros también podemos ver la vida de una forma parecida, podemos cultivar la actitud de la mente del principiante contemplando las cosas con ojos nuevos, tan solo tienes que hacer un pequeño esfuerzo.
La confianza:
Construir la confianza en una relación lleva su tiempo. No puedes esperar conocer a alguien e, inmediatamente confiar en él. Necesitamos ver cómo se comporta, que dice y como nos trata, a nosotros y a los demás. Con el tiempo, con paciencia la confianza crece, y a medida que esta crece la relación se hace más fuerte y madura, más profunda.
Con la confianza viene el afecto, la amistad y un sentimiento de conexión; en una relación que hay confianza te encuentras a gusto y cómodo. Pues la relación con la atención plena es muy parecida. Tal vez no confíes al principio en el proceso, pero con paciencia, dedicación y regularidad empezaras a confiar. Cuanto más confíes en su capacidad para sanar y ayudarte, más relajado estarás y mejor dejaras que la consciencia plena ocurra, en lugar de forzarla.
Dale tiempo al mindfulness, ten toda la paciencia que puedas y tu confianza ira creciendo con el tiempo de una manera natural.
La curiosidad:
Es la base del verdadero aprendizaje, si sientes curiosidad, es que quieres descubrir algo nuevo, saber más. Siendo curioso conectas totalmente con todos tus sentidos.
Llevar curiosidad a la práctica de presencia plena es algo muy bueno. Con la curiosidad, la consciencia surge automáticamente. Comienzas a prestar atención de manera natural, con una cierta sensación de asombro, adviertes lo que te está ocurriendo.
Probar a hacer las cosas de manera diferente es una forma fantástica de avivar tu curiosidad y aumentar la consciencia. Si haces las cosas diferentes la vida es más divertida y un poco más consciente. ¿Qué puedes hacer hoy de forma diferente?
La renuncia del control: soltar, desprenderse
La naturaleza tiene muchos ejemplos sobre el hecho de soltar, desprender, dejar ir. Los manzanos tienen que dejar que la fruta caiga para que las semillas de su interior puedan germinar. Los animales tiene que dejar que sus hijos se vayan para que aprendan a defenderse por sí solos. Los pájaros pequeños tienen que desprenderse del miedo cuando alzan el vuelo por primera vez.
Renunciar al control es la esencia del mindfulness. Los pensamientos, emociones, ideas, opiniones, creencias y sensaciones hay que observarlos, explorarlos y luego dejarlos ir.
Prueba este ejercicio de consciencia de soltar algo y mira a ver que te dice.
- Busca una postura cómoda. Ni siquiera necesitas cerrar los ojos si no quieres.
- Observa ahora la posición de tu cuerpo. ¿Notas tensión física? ¿Qué partes están calientes y cuáles frías? ¿Tiene la tensión forma, color textura? ¿Qué les pasa a la tensión y la rigidez cuando eres consciente de ello? ¿Se van o siguen ahí?
- Se consciente de las emociones que sientes en este momento. ¿Qué pasa cuando las observas? Intenta sentir lo fuertes que son. No intentes soltarlas. Si te esfuerzas por liberarlas crearas tensión. En su lugar, se consciente de ellas que sigan su propio curso. Deja que la emoción se vaya si quiere. Si persiste ¿te importa, lo aceptas?
- Al final de este breve ejercicio, reflexiona si estás dispuesto a soltar cualquier cosa que hayas descubierto, cualquier cosa a la que estés aferrándote, sabiendo que tienes en ti todo lo que necesitas saber.