ES UN ACTO DE BONDAD, GENEROSIDAD Y RECONOCIMIENTO.
La gratitud es una de las virtudes más valiosas del ser humano. Dar las gracias es una acción que parte desde nuestro interior, e implica tomar el tiempo necesario para apreciar de una manera consciente lo complejo que llegamos a ser nosotros y la vida. Dar las gracias es valorar el tiempo y los actos de cada persona, y el nuestro propio. Es responder a la vida desde el amor, es tener el don de que a pesar de todo, somos capaces de apreciar lo que recibimos.
Ser agradecidos nos ayuda a reconocer el valor de las cosas, de los demás y de nosotros mismos. Agradecer es amar, y esto nos permite establecer unos vínculos sanos y profundos con los demás. Nos cambia la forma de ver la vida, y como nos vemos a nosotros mismos. Nos llena de alegría el corazón y así nos deja tomar mejores decisiones, más libres y con más confianza.
El poder de dar las gracias es incalculable. Al hacerlo valoramos a los demás, a las circunstancias y a todo lo que tenemos, y al recibirlo nos sentimos apreciados y reconocidos.
“La gratitud no es solo la mayor de las virtudes, sino la madre de todas las demás” – Marco Tulio Cicerón-
Podemos expresar de muchas formas nuestra gratitud, con nuestra conducta, con un gesto, un abrazo, una mirada o con una sonrisa, cualquier forma es buena. Cuando lo hacemos desde nuestro interior, desde el corazón resulta emocionante y nos conmueve.
Es un sentimiento tan poderoso que forma parte de las personas que se sienten satisfechas con su vida, y no necesitan ir haciendo reproches, ser rencorosos o acumular resentimientos por hechos ya pasados.
Agradecer es integrar y reconocer, de esta manera nos acercamos a los demás de una manera sincera y humilde. Abrimos nuestra puerta a compartir, reconocer y celebrar el valor de lo vivido y con los demás.
Dar las gracias es un acto que solo surge de gente con corazón, gente generosa, que saben apreciar la sencillez y complejidad de la vida como partes de un todo. La gratitud es uno de los bienes más preciados del ser humano. Es bondad, generosidad y reconocimiento.
Es el don de quienes, a pesar de todo, son capaces de apreciar lo que reciben. Es igual si tienen un día bueno o malo, o si los problemas los desbordan, quienes la practican tienen una buena percepción consciente y se alejan de todo tipo de victimismo. Este tipo de personas saben dar las gracias por lo fundamental y trascendente. Perciben que lo importante no son las cosas que poseemos sino el tiempo que gastamos y los actos que llevamos a cabo.
La práctica de la gratitud tiene unos asombrosos beneficios para quienes la practican. No solo nos ayuda a mejorar nuestro bienestar emocional y regular el estrés, sino que también repercute positivamente en nuestra salud física.
“Expresar y experimentar gratitud aumenta la satisfacción de quien lo hace, aumentando también la vitalidad, la esperanza y el optimismo al hacerlo. Así mismo ayuda a disminuir los niveles de depresión, ansiedad, envidia y estrés”
Así pues lo mejor que podemos hacer es activar la gratitud, dejar atrás todo tipo de frenos que nos impidan llevar a cabo esta tarea. Desde el miedo al qué dirán, la sensación que qué ya es tarde, la soberbia o el orgullo, pensar que no seremos correspondidos o la vergüenza y la timidez.
Dar las gracias es un inmenso regalo que nos da la vida, hacia los demás y hacia nosotros mismos. Esto es algo que no debemos olvidar. Cuando convertimos la gratitud en una forma de vida, la felicidad se convierte en la norma…¡GRACIAS!
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