A lo largo de la historia, ha habido expertos en medicina china, religiosos y filósofos de diversas escuelas (confucionista, budista, taoísta, alquimistas, etc.) que han acentuado la importancia de cultivar la salud. Todos ellos han encontrado en el Chi Kung una herramienta práctica para alargar la vida.

En el aspecto físico los cambios, se mostraron muy rápido, mayor energía, más agilidad y elasticidad y una sensación de bienestar que duraba bastante rato después de la sesión. En el aspecto mental y emocional el cambio que experimentemos fue inmenso, aprendimos a valorar el momento, a sentir lo que estábamos haciendo y no pensar en nada más. Nos aquieto la mente y nos dio paz.
Lo bueno de practicar Qi-Gong es que no solo te sientes bien durante la sesión, sino que durante las siguientes horas llevas la misma actitud. Hemos aprendido a observar los cambios que se producen en la respiración, que van reflejando nuestra evolución y nuestra relación con el entorno. Y eso nos permite estar presentes en cada momento de nuestra vida.
Los chinos definen al Qi-Gong como la gimnasia de la longevidad y la serenidad. Cuántas veces hemos visto reportajes por la tv de gente mayor en china practicando Qi-Gong en parques y en jardines. Con esa agilidad y vitalidad, y quien no ha pensado que de mayor querer encontrarse como ellos. Practicar Qi-Gong estimula la energía vital de cada uno de nosotros, haciendo que fluya libremente por todo el cuerpo, nos pone en contacto con el entorno reestableciendo el equilibrio físico, mental y emocional. Nos hemos dado cuenta que ser felices o ser infelices no depende del exterior, cuando transformas tu manera de pensar y cambias tus hábitos, el mundo cambia contigo y el Qi-Gong nos ha enseñado eso. La respuesta está al alcance de tu mano y es fácil de comprender, solo tienes que empezar.